lunes, 18 de febrero de 2013

Bicentenario Batalla de Salta


“Doblete" del General Manuel Belgrano

Por: Juan Carlos Mortati

   El triunfo de Tucumán había fortalecido el espíritu libertario de las huestes comandadas por Belgrano. La población y quienes habían ayudado en el combate contra los realistas también habían elevado sus ansias patriotas. La ciudadela de Tucumán había tenido un desenlace fundamental para la estrategia de frenar el avance español desde el norte del territorio, pero por ahora se había cumplido con una etapa del plan.

    En los meses posteriores al resonante triunfo, se refuerzan los efectivos del ejército con la incorporación de milicianos y se pertrechan de todo lo necesario para la próxima campaña, cuyo objetivo es Salta.

     En los primeros días de Enero de 1813, Belgrano inicia el camino hacia el norte. Sobre el 11 de febrero la mayoría de las tropas han cruzado las aguas del río Pasaje. Durante este acantonamiento del recorrido Belgrano, en el marco de una solemne ceremonia, hace que su ejército preste juramento de fidelidad a la Asamblea General Constituyente, que había inaugurado sus sesiones el 31 de Enero, en Buenos Aires. Enarbolando la flamante bandera de las Provincias Unidas del Plata, Belgrano arenga a sus hombres bajo el nuevo pabellón que los acompañará desde entonces. Se narra que, en una tablilla engarzada en el tronco de uno de los árboles del lugar, se grabó a punta de cuchillo la leyenda “Río del Juramento”.


UN PLAN ALTERNATIVO

   Belgrano, secundado por el mayor general Eustaquio Díaz Vélez, reinicia la marcha. Durante el trayecto una avanzada le informa que el general realista Pío Tristán, se había guarnecido con su ejército en la ciudad de Salta y había fortificado el único paso de acceso a la ciudad, llamado el Portezuelo, situación que alteraba los planes del ejército patriota, pues de proseguir con ese destino significaría entablar un combate en condiciones muy desventajosas, casi sin posibilidades de éxito.

   En tales circunstancias, el 17 de febrero de 1813, el capitán Apolinario Saravia, ayudante del Gral. Belgrano, -comenta el General Paz en sus memorias- "se ofreció para conducir al ejército y salvarlo, avisando al General que, como salteño y habitante de por allí, tenía conocimiento de una senda extraviada y así por nadie conocida que, pasando por el escabroso laberinto de las montañas, pues los cerros se suceden unos a espaldas de otros, y poblada de vegetación, conducía en su prolongación hacia el norte, por cosa de dos leguas entre el seno de los montes, hasta dar con una pequeña quebrada llamada de chachapoyas que desembocaba en la estanzuela de castañares, que estaba precisamente en el campo norte y lindero con la tablada de Salta, al opuesto lado de la sierra".

   Belgrano inspeccionó el sitio detalladamente. El itinerario propuesto por Saravía constituía un plan “B” ideal y dio órdenes de avanzar, aunque el tiempo no era favorable. En esta variante aplicada, posiblemente, radicó una gran parte del éxito de la batalla que estaba por venir. “Esa noche, azotados por una lluvia espantosa, se inició la marcha de las fuerzas patriotas a través del fracturado terreno cubierto de espeso malezal, portando cincuenta carretas con pertrechos y doce piezas de artillería. La estrechez del camino y lo torrencial de la caída de las aguas por las laderas circundantes, agudizaban las dificultades que la quebrada presentaba de por si para semejante tránsito, más, la decisión, el fervor, el Ansia de libertad que todos y cada uno de los componentes de la fuerza llevaban en su corazón, los impulsaba para que la suma de dificultades no los arredraran en su empeño e hicieran que en el amanecer del día 18 arribaran a la finca de castañares donde permanecieron hasta las 11 de la mañana del día 19, cuando iniciaron su marcha a la chacras de Gallinato.”


APOLINARIO SARAVIA, UNA PIEZA CLAVE

     Belgrano, afiebrado por “la mojadura”, pernoctó el día 18 en una habitación de la casa de la chacra del Coronel Saravia, padre del capitán y ayudante de Belgrano, que había cumplido una excelente tarea de guía para el tránsito del ejército. Este, “haciendo uso eficaz del color tostado de su piel, este leal oficial a quien llamaban "Chocolate Saravia", ansioso por conocer la cantidad y calidad de las fuerzas de Tristán, tanto como las posiciones que ocupaban; vistiendo ropas similares a la de los aborígenes, arreando una recua de burros cargados de leñas marcha hacia la casa de sus padres sita en la calle Buenos Aires de la ciudad de Salta. Su disfraz le posibilitó cruzar frente al ejército realista y llegar a destino, donde entregó la carga de leña y regresar después a castañares para informar al General y posteriormente combatir junto a él”.

     Ya avanzado el día 20, Belgrano dispuso el desplazamiento del Ejército Nacional, realizando una cobertura “de todo el ancho de la planicie que en leve plano inclinado lleva a la ciudad. Marchaba compacto sobre el centro con la caballería e infantería, separada por sectores, reserva plegada y dos columnas de caballería en ambos flancos. Tristán lo esperaba fortaleciendo el lado izquierdo de su formación, pues el flanco derecho se apoyaba sobe el cerro San Bernardo, donde había distribuido una columna de tiradores que obstaculizaran las cargas sobre ese sector”.

“…lléveselos por delante”…

La maniobra del ejército español controló los primeros ataques del ejército de Belgrano, desde la eficacia de los tiradores apostados sobre el cerro y por las dificultades que presentaba el terreno para el avance de la caballería.

La situación se volvió crítica para el ejército patriota, por lo que Belgrano cambió su táctica inapropiada. Movilizó la reserva, dotando de más efectivos de infantería y caballería y ordenó a Martín Dorrego, que había reemplazado al segundo jefe Díaz Vélez, gravemente herido, atacar vigorosamente ("... lléveselos por delante..."). Dispuso cargar simultáneamente con artillería y, luego de cruzar el campo, condujo él mismo la avanzada contra las barricadas del cerro.”

   Sobre las horas del mediodía la situación fue variando.” La furibunda carga de Dorrego arrasó el flanco izquierdo junto a las columnas de Zelaya, Pico, Forest y Superí (compartieron el honor de ser los primeros oficiales triunfantes de la ciudad) sostenían la persecución de las calles. En tanto el centro y el ala izquierda patriota fue quebrando inexorablemente la resistencia.”

  Con la posibilidad de retirada cortada, los realistas sintiéndose  vencidos se dispersan desordenadamente, refugiándose en la ciudad, “quedando entrampados en el corral que circunda la ciudad, denominado Tagarete del Tineo, donde fueron diezmados por los criollos. El tramo final de la lucha se concentró alrededor de la Plaza Mayor, mientras el desbande y la persecución eran confusos y cruentos.”

   Poco después una serie de campanadas desde la iglesia de La Merced daban cuenta de la rendición incondicional de las huestes españolas Narra el parte de la batalla que, “Queda acordado que al día siguiente los soldados realistas salgan de la ciudad con los honores de la guerra, a tambor batiente y con las banderas desplegadas, y que a las tres cuadras rindan las armas y entreguen los pertrechos de guerra, quedando obligados por juramento, desde el general hasta el último tambor, a no volver a tomar las armas contra las Provincias Unidas hasta los límites del Desaguadero. Belgrano devolverá todos los prisioneros, a cambio de igual actitud por parte de los realistas, quienes deberán entregar los prisioneros patriotas que tiene Goyeneche en el Alto Perú.”
 
    “Así desfilan 2.786 hombres. La caballería echa pie a tierra y rinde sus sables y carabinas; la artillería entrega sus cañones, carros y municiones. Belgrano dispensa al general Tristán de la humillación de entregarle personalmente la espada, y lo abraza ante todos los presentes.”, recordemos que el general Belgrano y Pío Tristán habían compartido los años de estudios en España, desde donde había nacido una sincera amistad.

    “Tres banderas son los trofeos de esta victoria. Diecisiete jefes y oficiales fueron hechos prisioneros en el campo de batalla; hubo 481 muertos, 114 heridos, 2.776 rendidos. En total con la jefatura, 3.398 hombres que componían el ejército de Tristán, sin escapar uno solo. Además, diez piezas de artillería, 2.188 fusiles, 200 espadas, pistolas y carabinas y todo el parque y la maestranza.”

    “Luego de enterrar a los héroes del 20 de febrero de 1813, el General Manuel Belgrano colocó una humilde cruz de madera en la fosa común de los 600 guerreros muertos entre ambos lados. El Gobernador Feliciano Antonio Chiclana la reemplazó, a pedido del mismo Belgrano, por otra cruz pintada de verde, con la leyenda cristiana ``A los Vencedores y Vencidos''.

    La Asamblea Constituyente. con fecha 8 de marzo, dispuso premiar a Belgrano con 40.000 pesos y un sable con guarnición de oro por el brillante triunfo obtenido.

    Generosamente declinó el obsequio Manuel Belgrano. Y al hacerlo, comprometió para siempre la gratitud de Tarija, Jujuy, Tucumán y Salta, para quienes dispuso, con ese dinero, la creación de cuatro escuelas, según expresara, "Que renunciar, es poseer".

   En el transcurso de cinco meses el Gral. Manuel Belgrano, el ejército patriota y el apoyo de los pobladores consolidaron dos triunfos para las Provincias Unidas del Plata, Tucumán y Salta. Dos jalones clave en ese lento y progresivo armado de lo que significó la lucha por la Independencia.

     (Material de consulta y compilado: “Historial de  Batalla de Salta” y “Memorias del Gral. Paz”)

No hay comentarios:

Publicar un comentario