Por: Juan Carlos Mortati
Mientras apuntaba sobre un borrador algunas
ideas y reflexiones para darle contexto
a esta nota, en un entretiempo mientras “acomodaba” otra vez el mate, ojee un
artículo de Sandra Ruso que me inspiró el
título y me ayudó a encaminar esas ideas que andaban flotando sin alcanzar
todavía un correcto amarre en el texto que intentaba desarrollar.
En la nota mencionada, la periodista Sandra
Ruso incursionaba en unos textos del psicoanalista argentino, Fernando Ulloa,
quien a su vez analizaba al músico, filólogo y filósofo alemán Federico
Nietzsche, en aquella incitante y controvertida afirmación, “el hombre no busca
la felicidad, busca el poder”. Vale de paso decir que Nietzsche fue un filósofo complejo por la
diversidad de enfoques desde donde abordaba sus temas. Tuvo mucha influencia en
los pensadores del siglo XX, pero siempre desde sus ideas complejas que iban de
la “nada frustrante” de la realidad hasta la quimera, casi racista, del
“ultra-hombre”.
Retomemos la trama. Ulloa, que falleció en
2008 dejando una obra extensa y compleja, clínica y teórica, se metía en esa
cita, y en su propia interpretación de las ideas nietzscheanas de poder y
felicidad, “buscando respuestas a algunos de los interrogantes que lo
obsesionaron, como la contraposición entre la crueldad y la ternura tanto en
términos subjetivos como políticos”.
Agrega Sandra Russo que
“fue una sorpresa leer ese texto, casi un entretenimiento en el mejor de los
sentidos, un “tenerse entre un tiempo y otro” o, para usar uno de las nociones
a las que introduce Ulloa, un “mientras tanto”. Su lectura permitía tomar un
poco de aire en relación con temas que nos circundan, nos rodean, nos hacen
hablar y pensar todo el día sobre lo mismo. Viene Ulloa y pregunta: ¿Qué es el
poder? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué hay detrás de lo que mueve a la acción a
alguien? ¿Cómo se conecta cada uno con “la numerosidad social”, o lo que Ulloa
llama “toda la mar detrás”?
Estos cuestionamientos
parecen primigenios, algo así como un replanteo inicial e introductorio ante lo
sugestivo de la misma existencia. Sin embargo, son precisamente las conjeturas que
todos y cada uno nos hacemos en el durante, en el “mientras tanto” de nuestra
convivencia cotidiana y sobretodo en relación a todo lo que nos rodea y compone
nuestro propio existir, junto al conglomerado de circunstancias que acontecen.
LAS CARTAS SOBRE LA MESA
Más adelante,
Sandra Ruso nos dice en su nota, “Las ideas de Ulloa son tan concentradas que
puede uno hundirse en cada párrafo y quedarse con la sensación de que ha
comprendido sólo una pequeña parte. Decía al principio que la urgencia de la
actualidad argentina nos hace pasar de gran tema en gran tema. Nunca desde que
me acuerdo hubo tantas cartas sobre la mesa. Ningún debate se agota porque
mientras se debate se mueven la estantería y la escenografía. Son tiempos de
mucha acción y pensamiento, más allá de los hervores de cada semana. Y las
semanas pasan como horas. Ya escribí sobre este tema: estos tiempos son muy
rápidos.”
En los sucesos cotidianos nada es independiente, de alguna
manera, desde algún ángulo, todo tiene que ver con todo. Y en ese poner “tantas
cartas sobre la mesa”, observamos “las cartas” que nos hablan del poder que
ejecuta políticas y están “las cartas” que nos dicen de las necesidades, los
deseos de felicidad de la gente, esa felicidad que consiste, como lo dirá
Aristóteles (otro viejo amigo), “en el despliegue de todas las potencialidades
del alma –hoy diríamos del sujeto– sin que aparezcan obstáculos”.
Aquí es, precisamente,
el punto donde quería anclar: el poder ejecutando políticas que quitan
obstáculos, que allanan el camino, para que la sociedad transite más
plácidamente. Cuando este funcionamiento se trastoca, lamentablemente, empieza
a tener razón la frase controvertida de Nietzshe, citada al principio.
La política, considerada como instrumento y espacio desde donde se ejecuta
el poder a través de decisiones oportunas y acertadas, debe ir en consonancia y
en la misma orientación que la felicidad y el bienestar de la sociedad. Por eso
también, la oportunidad y los tiempos de ejecución de esas decisiones juegan un
rol clave. Las maniobras a destiempo son riesgosas.
Algo de todo esto estamos viendo en
este ajetreo que se está dando entre el Gobierno Provincial de Daniel Scioli y
el Gobierno Nacional de Cristina Fernández de Kirchner.
En esas “cartas sobre la mesa” está en juego también
el incentivo del poder y la dinámica del liderazgo político, conjuntamente la
concepción ideológica de un modelo de gestión. El desafío, en un marco actual
económicamente electrizante, de seguir consolidando los logros ya alcanzados.
Búsquedas incesantes de posibilidades, alternativas y soluciones. Y a la
expectativa: el bienestar y la felicidad de la gente.
Más allá de toda conjetura posible,
juntos son más que dos y está encrucijada está en manos de la Presidenta y el
Gobernador, ellos tienen capacidad y altura política para hallar y definir el marco conciliador, sin
perder de vista que “en el mientras tanto”, está la gente; está “todo el mar
detrás.”
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