Por: Juan Carlos Mortati
El tema no es fácil de abordar pues,
encierra características y contenidos que no sólo tienen una referencia a lo
biológico, sino que también constituye una realidad que ha sido configurada por
factores aportados por cierta rigurosidad religiosa, las concepciones
culturales, los hábitos sociales y cuanto más por los prejuicios incorporados
desde épocas anteriores. Pero ciertamente, constituye una realidad que ameritaba
ser tratada desde un plano
conceptualmente jurídico, de manera que dejara de permanecer indemne y
vulnerable desde cualquier ángulo o enfoque que se lo quisiera considerar.
En
un sencillo acto y ante la presencia de una multitud emocionada, la Presidenta firmó días
pasados dos decretos reglamentarios referidos a la diversidad sexual y entregó
nuevos documentos a personas en situación de diversidad de género y a bebés de
parejas de mujeres, nacidos antes de la
Ley de Matrimonio Igualitario. “Este es un día de inmensa
reparación y de igualdad, que es algo tan importante como la libertad”, dijo
Cristina Fernández de Kirchner, tras reglamentar la Ley de Identidad de Género y
reconocer la deuda que tenía el Estado con el colectivo trans. “Cuando alguien
es ignorado y reprimido, es negar al otro y a sus derechos, es como no
existir”, agregó la
Presidenta.”
Cuando nos enfrentamos ante problemáticas
como éstas, donde los puntos de vista pueden ser vastos, es fundamental partir
de conceptos básicos. Es decir, tener una base de consenso desde donde poder
ensamblar un esquema de argumentos, que permita un análisis serio, concreto y amplio, aún en medio de
discrepancias o valoraciones contrapuestas.
Precisamente, en la presentación del
discurso citado de CFK, surgen dos ideas esenciales, para encuadrar este tema.
Cristina
Fernández habla de “igualdad, que es tan importante como la libertad”. Dos
categorías que conforman ese universo de interioridad que nos permite transformarnos en personas: la igualdad y la
libertad. Es a partir de este sustento que se realiza en plenitud la “personalidad”,
que nos hace únicos, irrepetibles,
consolidados en una “identidad” (idem: igual; “ente”: ser), la proyección de
“ser uno mismo”.
UNA
LEY ESPECIAL
Es interesante repasar esta Ley, quizá
impensable en otras circunstancias, de identidad de Género y ver los elementos
que la fueron constituyendo. Dice la ley en su Primer Artículo: “Derecho a la
identidad de género. Toda persona tiene derecho: a) Al reconocimiento de su
identidad de género; b) al libre desarrollo de su persona conforme a su
identidad de género; c) a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y,
en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan
su identidad respecto de el nombre/es de
pila, imagen y sexo con los que es registrada”.
Como observamos se evidencia un primer marco
jurídico, que reconoce la identidad de género e implícitamente su
diversidad. Existieron, durante en el
debate de esta ley, argumentaciones muy controvertidas. Algunos planteos
enfocaron con mucha liviandad el tema, cayendo en argumentaciones tradicionales,
a veces ridículas y procaces, como aquellas del diputado “de campera amarilla”,
sin llegar a profundizar plenamente el problema. Otros, sustentaron su enfoque desde
la visión científica que hoy aborda el tema, consolidado el cual, luego se pudo
avanzar en la sustentación del derecho.
Esa aseveración quedó ratificada en el artículo
segundo, que expresa, “Definición. Se entiende por identidad de género a la
vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la
cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento,
incluyendo la vivencia personal del cuerpo”.
Esta
parte del artículo incursiona, en lo que habíamos señalado anteriormente. Aquí
está hablando de “vivencia interna e individual”, percepción que está
refiriéndose a la consideración científica del tema. Una definición sintética de
la individualización corporal, psicológica y anatómica de cada situación, que
introduce el criterio que va a dar sustento a la legislación.
Durante
la entrega de los nuevos documentos, la Presidenta expresó “No
me gusta la palabra tolerancia, porque eso quiere decir te aguanto porque no
tengo otro remedio. Yo quiero hablar de la igualdad, la de todos ustedes, que
tendrán los mismos derechos. Esta es la sociedad que queremos, una sociedad de
reparación y de igualdad”.
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