Por: José Silva
Nadie puede ser rey de su propia desgracia,
tampoco de su propia suerte.
Cada uno desea ser rey de sí mismo,
como de triunfos maravillosos y derrotas deslumbrantes,
de tristezas estremecedoras y alegrías esplendorosas,
de amores enternecedores y amistades brillantes.
Pero sólo...
respetándose igualdades,
brindándose oportunidades,
reivindicándose valores,
relacionándose naciones,
uniéndose razas,
quitándose límites,
borrándose heridas,
desterrándose rencores,
sepultándose odios,
despojándose maldades,
entregándose afectos,
dándose abrazos,
intercambiándose favores,
prestándose tiempos,
concediéndose permisos,
permitiéndose amar,
disfrutándose bellezas,
prometiéndose respeto,
sintiéndose reyes,
creyéndose libre,
viviéndose la vida.
Para llegar a disfrutar del amor por ese País Nuevo,
blandiendo el dolor que destila el País Viejo.
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