jueves, 31 de enero de 2013

La oportunidad para debates necesarios e impostergables


Por: Juan Carlos Mortati.

   El  presente año de elecciones medias o legislativas ha comenzados con intensa actividad metabólica y hormonal, políticamente hablando, lo que ha hecho que se instalen planteos y debates muy necesarios. Algunos movimientos, son derivados de contingencias y circunstancias del devenir propio de gestión, otros que se enraízan en planteos estructurales y de funcionamiento más específico, direccionales. Apuntan a objetivos y enseres claves que refieren a una tarea minuciosa de observación de todo el panorama. El Peronismo en gestión de gobierno, afronta capítulos de resolución interna y otros hacia lo global del país, que tienen aristas  de tratamiento muy exigentes. Ambos horizontes, más allá de los pro y los contra, hacen a la supervivencia del llamado nuevo paradigma o modelo de crecimiento y desarrollo.


SANTA TERESITA, AYUDANOS A GESTAR

   Sobre el final de la pasada semana tuvo lugar en el Municipio Urbano de La Costa, más precisamente en Santa Teresita, un encuentro partidario del que participaron funcionarios nacionales y provinciales, legisladores y 69 intendentes (entre ellos Julio Marini),  territorialmente de la Provincia de Buenos Aires.

   Cierta ventolera generó la carta enviada desde la Jefatura del Gabinete provincial hacia la Presidencia de la Cámara de Diputados Nacionales, con la idea de promocionar el tratamiento de la reforma de la Ley Coparticipación Federal, por el desacomodamiento que recae sobre Buenos Aires en la distribución de la misma.
    Superando ciertas expresiones estentóreas y destempladas de los  Vice Boudou y Mariotto, quien abordó el tema, con la precisión y templanza que lo caracteriza fue precisamente el destinatario de la misiva, el Diputado Julián Domínguez, manifestando que “la reforma (de la Constitución) del año ’94 requiere, para el tratamiento del tema, el consenso de todas las provincias y de la Capital Federal, un acuerdo marco; la aprobación de todas las legislaturas provinciales y plantea cómo la cámara iniciadora de origen es el Senado.” De todas maneras, el presidente de la Cámara baja evaluó que “está muy bien que se dé el debate, pero es bueno que se dé con la seriedad que requiere, con el consenso de todos los gobernadores y con el acuerdo de la Presidenta”.
   No cabe duda que, si este debate se da, nos va a llevar por un largo recorrido que nace en los orígenes de la misma Confederación Federal y en aquel planteo de las provincias del interior ante las ventajas portuarias de Buenos Aires. Habrá que hablar de la realidad de las provincias ricas y de las más débiles, de las regalías y exenciones impositivas, de ventajas comparativas y promociones industriales, de la equidad entre las provincias, de la inversión nacional en obras de envergadura, infraestructura, viviendas, viales, industriales y energéticas, de las implicancias de los cordones demográficos del Gran Buenos Aires y de las inmigraciones de las provincias del interior, del Fondo de recuperación del Conurbano, de los Aportes del Tesoro Nacional.
 La concurrencia partidaria lo ameritaba como un propósito explícito, de ahí que el documento convocante del encuentro de Santa Teresita lo reitera en su contenido: “Nos sentimos convocados intendentes, legisladores nacionales y provinciales a trabajar en la profundización del proyecto político que conduce nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, para hacer realidad los sueños imposibles de cara a los años 2013-2020”, y está abalado por la sigla “Gestar”, como denominaron al instituto de formación política del PJ nacional y que Domínguez impulsa en la provincia.

   SALARIOS, INFLACIÓN Y GANANCIAS
   Otra de las situaciones que están sobre el tapete de los debates que apuran se refiere a las paritarias gremiales, que traen aparejado el análisis de la tributación a Ganancias. Las ideas y proyectos que rondan son varios. Los tiempos y las urgencias sobre sus definiciones representan un marco perentorio, no resultará fácil congeniar un único plan. Los tres criterios que giran en torno al tema, el sindical, el empresarial y el estatal, presentan planteos apropiados pero, lo útil es lograr una instrumentación única, que incorpore lo realizable y ajustable de cada caso.
   Desde el ángulo sindical, esgrimen el planteo de acotar el período de vigencia de los acuerdos salariales a  sólo seis meses en contraposición de la vigencia de  un año, de manera de no perderle pisada a la inflación. “Es decir, en vez de pelear contra la inflación que corroe el poder adquisitivo, se propone correr detrás de ella para tratar de alcanzarla, acelerando el proceso. Desde las filas empresarias, se proclama que las mejoras salariales deberían estar atadas a la productividad de cada sector”.
   Aquí la discusión ingresa a un escenario muy amplio ya que las alternativas que aparecen por actividad y rubro es muy diverso. Existen rubros que en materia de beneficios están muy distantes del resto. Por eso es que, “desde el Gobierno, en tanto, se lanzan señales de preocupación porque uno de los sectores con mayor tasa de ganancias de la economía, el bancario, otorgue aumentos salariales que claramente están por encima de lo que puede llegar a pagar en promedio la economía nacional, con el insólito resultado de preservar las ganancias empresarias”.


LO QUE SE VIENE CONVERSANDO
   La demanda es simple: subir el mínimo no imponible, fijar en un nivel más alto el salario que no esté alcanzado por el impuesto. “Según este criterio, los que estén por arriba del mínimo no imponible reclamado, no importan, aunque ellos terminen pagando un impuesto proporcionalmente más alto al incremento salarial que reciban al subir en la escala de categorías, y por lo tanto en la alícuota que pagan de impuesto. Pero los que estén por debajo de la posibilidad de alcanzar el mínimo no imponible hoy vigente, tampoco importan a ese criterio sindical, porque para ellos no hay beneficio en subir el piso del impuesto, pero sí hay perjuicio, y doloroso, en postergar la discusión sobre la recomposición salarial”.
   Algunos buscan soluciones más duraderas, dicen que “hay que cambiar la ley, terminar con la política de remiendos que nos lleva a discutir todos los años lo mismo” pero, de todos modos aún no tienen la fórmula. Sin embargo desde el sector de Hugo Yasky, titular de la CTA  arriesgaron  un planteo, “lo que propondríamos es un cambio del concepto del impuesto, convertirlo en un impuesto a los ingresos personales, todo tipo de ingresos, y con tasas mucho más progresivas de tributación. Para los ingresos más altos defenderíamos tasas más altas que el actual tope del 35 por ciento. Hay países en los que se llega a cobrar el 50 por ciento para el último tramo. Acá podría fijarse en el 40 o 45. Sería una forma de compensar que los salarios de menos de 18 mil pesos no paguen o lo hagan con tasas muy bajas”, en vez del 9 por ciento o el 14, que son las alícuotas actuales sobre los escalones más bajos de ingresos gravados.
   El análisis es amplio e ingresaría en una evaluación de una “reforma fiscal encarada en tal sentido (que) buscaría el fortalecimiento de la tributación de los ingresos más altos, pero disminuyendo a la vez el peso del IVA sobre la recaudación y sobre el bolsillo de los consumidores”.
   El debate también incursionó en la idea “apuntar a la firma de acuerdos paritarios de más largo plazo, bianuales por ejemplo, donde no sólo se contemple la suba salarial sino también los compromisos de inversión empresaria (en ampliación de capacidad productiva mediante incorporación de tecnología y maquinaria) y de inversión estatal en infraestructura aplicada a reducir costos de producción (transporte ferroviario, generación y transmisión eléctrica). “En vez de discutir cómo compensamos la inflación, estaríamos combatiéndola bajando costos y aumentando la oferta. En vez de condicionar los aumentos salariales a la productividad, estaríamos generando las condiciones para aumentar la productividad al mismo tiempo de acordar los aumentos de salarios”, sostienen los que defienden la idea.
   Como se puede apreciar, los debates se muestran como planes de cierta complejidad, pero es plausible pensar que se busca concretar acuerdos sólidos, duraderos, que abunden en la integralidad de las cuestiones y contemplen la generalidad de los temas que los abarcan y , fundamentalmente, el compromiso, en su racionalidad y posibilidad, de todos los sectores involucrados.

   (material de consulta, “Paritarias, utopías y despropósitos”, de Raúl Delatorre)

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