viernes, 21 de octubre de 2011

Ser uno mismo




Por: José Silva


   Para amar no hay que entender, hay que estar dispuesto a entregarse con la total convicción de dar y recibir con lo mejor de sí.

Tengamos la estimación que construimos.
Démonos el aprecio que sembramos.
Brindémonos el respeto que merecemos.
Asimismo el afecto que necesitamos.
Concedámonos el cariño que nos identifica.
Transmitamos la fuerza que nos anima.
Adjudiquemos la enseñanza que aprendimos.

   Estimulemos a tener nuestro propio estilo. A poseer nuevamente la personalidad que nos caracteriza, la expresión que nos simplifica y el carácter que nos califica.
   Porque algunas cargas suelen ser tan livianas como el peso de una pluma; pero también tan pesadas como un saco de arena, difícil de llevarla sobre las espaldas. Menos aún, cuando se oye el crujir de la madera reseca de la vieja canoa y el golpe seco de las olas furiosas, esperando que el agua nos cubra.
   Rememos. Rememos sin temerle al cansancio, ni entregarnos a la fatiga. Porque aunque los vientos sean fuertes y cuán de duro sus latigazos, igual busquemos lo que buscamos. Y no busquemos sentencia; busquemos razón. Porque la sentencia juzga y la razón crece.

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