Por: Juan Carlos Mortati.
Viaje hacia
Roma y París. Podríamos estar nombrando los eslabones de un encantador tours de
inicio otoñal. Sin embargo, los lugares mencionados, atractivos y ensoñadores, acopio
inagotable de gran parte del caudal histórico europeo, tuvieron para nuestra
Presidenta y la comitiva que la acompañaba un objetivo muy determinado.
La primer escala prevista fue Roma,
recalando en el Vaticano. En el programa resaltaba una entrevista que,
finalmente se extendió durante dos horas y media, almuerzo de por medio, en la
residencia Santa Marta, con “la persona
más influyente del mundo”, según el último número de la publicación Forbes, el
Papa Francisco, que dio para repasar la realidad mundial y la contemporaneidad
nacional, nada livianas ambas, por cierto. Conmemoraban el primer año del
papado del Cardenal Bergoglio, al frente del Vaticano, también.
Era la segunda oportunidad en un año, que el
titular del pontificado, Francisco, compartía una comida con Cristina Fernández
de Kirchner. El Papa y la
Presidenta han podido dejar atrás diferencias que los
tuvieron enfrentados tiempo ha. En la
actualidad, los coloquios habidos, la diplomacia y esas circunstancias del devenir
han permitido consolidar una relación, oportuna y necesaria, destrabando
esquemas abigarrados y logrando coincidencias que nos favorecen a todos y a
todas.
OH, PARIS, PARIS!!!
“Quiero
decirle, señor primer ministro, en nombre de todos los argentinos, el eterno
agradecimiento de mi país a la acogida que ustedes tuvieron para miles y miles
de argentinos y argentinas que encontraron su segundo hogar, su segunda patria
aquí en Francia “, expresó la
Presidenta, en su discurso al dejar inaugurado el Salón del
Libro, junto al primer ministro francés Jean- Marc Ayrault, donde la Argentina fue durante
esa semana invitada de honor. Hubo homenajes a los escritores argentinos Julio
Cortázar, Juan Gelman, Héctor Oesterheld, Juan José Saer y Quino, el gran
creador de “Mafalda”. Un amplio mural del dibujante Rep, sobre la biografía de
Cortázar, lucía en el amplio stand
argentino, en el Centro de exposiciones parisienses.
Las palabras de Cristina Fernández tuvieron
una dirección “olímpica” a la situación de los Derechos Humanos” y el amparo
que realizó Francia a tantos argentinos que debieron exiliarse durante la Dictadura
cívico-militar del “76. La cercanía de la conmemoración del día de la Memoria,
Verdad y Justicia ameritaba la referencia aludida.
EL CLUB DE PARIS
Lejos de asemejarse al “Moulin Rouge”, el
famoso cabaret parisino, construido en 1889 por el español Josep Oller, el Club
de París, tiene poco de nocturnidad o actividad deportiva. Sus menesteres
rondan más bien el mundo de las finanzas y reúne a una serie de países y
entidades acreedores de nuestro país y de unos cuantos Estados más. Son los
muchachos con quienes tendrá que vérselas la gente del ministerio de Economía
de Argentina, el 28 de mayo próximo, a fin de negociar “un acuerdo de
liquidación de su deuda”, en base a lo
informado por la secretaria de dicho organismo internacional, Clotilde L”Angevin,
en respuesta al planteo de nuestro país en conversaciones tenidas durante enero
y febrero pasados, en la visita realizada por el Ministro Axel Klicillof.
La
situación tiene sus bemoles, ya que la deuda a negociar acaricia los 10.000
millones de dólares. Argentina quiere demostrar su buena voluntad y su capacidad de
negociación sobre la deuda en momentos en que enfrenta una ofensiva de los
"fondos buitres", que obtuvieron un fallo favorable de la justicia
estadounidense que obliga a pagarles 1.470 millones de dólares.
De ahí que resultó
muy significativo el respaldo que efectuara el Presidente francés, Francois
Hollande, durante los discursos mutuos habidos con la Presidenta argentina, en
el Palacio de Elíseo, cuando dijo que “Va a ser muy
beneficioso no solamente para la
Argentina, sino también para todas las empresas europeas”,
considerando la situación a propósito de
una regularización de la deuda con el Club de París, cuyo titular es
precisamente, el secretario del Tesoro francés, Ramón Fernández. Ambos
mandatarios destacaron la “histórica amistad” de los dos país y que el acuerdo allanaría un espacio de
comercialización en el marco de abrir canales con los países integrantes del
Mercosur, del cual Argentina es miembro fundador, desde aquel primer principio,
de acuerdo entre los Presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney de Brasil, en Foz
de Iguazú, en 1985.
“Francia
quiere que la Argentina
pueda salir de sus trances financieros. Lo está logrando. Y estamos haciendo
todo lo posible para que en el Club de París podamos apoyar sus trámites
financieros”, sostuvo Hollande, poco después de mencionar la vista que hizo
Charles De Gaulle a Buenos Aires, en Octubre de 1964, evento del cual se
cumplirán 50 años.
Es
indiscutible que el apoyo de Francia podría ser crucial para inclinar
favorablemente a otros países socios que se mostraron más reacios a conciliar
con los términos ofrecidos por
Argentina.
En esa misma línea, la Presidenta argentina, Cristina
Fernández de Kirchner, destacó los beneficios que un buen acuerdo
proporcionaría a la negociación para las empresas europeas. “Porque si se logra
acordar con el Club de París, nuevamente las empresas europeas, o sea aquellas
que generan trabajo para los europeos, van a volver a tener crédito en sus
agencias nacionales para poder invertir, generar trabajo y por lo tanto aportar
al crecimiento de sus economías nacionales y al crecimiento de la actividad
económica mundial”. Más que de globalización, estos conceptos de acercan mucho a
la idea del “Mundialismo”, que procura un integración entre países más allá de lo
estrictamente comercial. La conversación que tuvieron con el Papa Francisco,
tuvo un recorrido sobre esa concepción que procura una integración de intereses
internacionales que privilegia valoraciones y realidades que transitan por el
rumbo de “la ética de la economía”, como lo expresa reiteradamente, el reconocido
economista argentino colaborador en la
ONU, Bernardo Kliksberg. Una estrategia que mira el mundo
como un espacio de cooperación y esfuerzos conjuntos, potenciando acuerdos que
contemplan las necesidades de desarrollo de los países que hoy se esfuerzan por
lograr crecimientos equitativos y sustentables para sus economías internas.
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