Por: Juan Carlos Mortati
En una memorial sala teatral de aquella
Buenos Aires que comenzaba a sacudirse los lastres virreinales, la “Casa de
Comedia”, en la tarde-noche del 24 de mayo de 1812, se desarrollaba la obra “El
25 de mayo” propiciada por el músico Blas Parera, referida a la gesta sucedida
dos años atrás, la
Revolución de Mayo del 1810. La obra culminaba con una
melodía coreada por los actores, con una entusiasta armonía hímnica.
Alguien entre los asistente sintió esa
consonancia inspiradora y esa misma noche volcó en poesía algunas estrofas de
índole patriótico, cambiando la original de Luis Ambrosio Morante, a la que el
catalán Blas Parera le había puesto los acordes musicales. El porteño Vicente
López y Planes era ese poeta que comenzó a traducir en literatura nacional los
destellos, aún presentes del glorioso 25. “Sean eternos los laureles que
supimos conseguir: coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir. Oíd,
mortales! El grito sagrado: ¡libertad, libertad, libertad! Oíd el ruido de
rotas cadenas. Ved en trono a la noble igualdad. Se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa
Nación, coronada su sien de laureles y a sus plantas rendido un león”.
Posiblemente esa fue la primera estrofa
escrita por López y Planes, que luego se ampliaría en una maravillosa oda a la
patria. Estaba en ciernes la lucha por la independencia. Cada palabra contiene
los sentimientos de aquel tiempo libertario, inclusive la semblanza de las dos
posiciones que comenzaron a gestarse en el seno de la Primera Junta del
1810. “Uno quiere la independencia, el otro la revolución”, dirá el historiador
Osvaldo Soriano refriéndose a Cornelio Saavedra y Juan José Castelli, en su excelente
trabajo “Sin paraguas ni escarapelas”, escrito allá por junio de 1990.
La prosa de López y Planes remarca con
vehemencia los derechos de la libertad e igualdad como sustento para la Nueva Nación,
preceptos emblemáticos de los idearios de la Revolución Francesa,
que habían inspirado a Mariano Moreno, Castelli y Belgrano.
LA MARCHA
PATRIOTICA
El Gobierno del Triunvirato, conformado desde
Abril de 1812 por Juan Martín de Pueyrredón, Feliciano Chiclana y Manuel de
Sarratea, entendiendo que el camino de la Independencia de las
“Provincias de El Plata” ya estaba en marcha, en virtud de las avanzadas
militares enviadas al interior y al norte del territorio, decidió incorporar un
Canto Nacional dándole relevancia a la melodía que ya había comenzada a
entonarse. El 22 de julio de ese año elevó un oficio al Cabildo de Buenos
Aires, donde sugería darle forma definitiva a “la marcha de la patria, para ser
ejecutada en funciones teatrales, debiendo el público escucharla de pie y
descubierto, así como en las escuelas al finalizar diariamente las clases”.
Es finalmente la Asamblea General
Constituyente del Año XIII, quien ordena, con algunas variantes en sus versos
por presiones de Inglaterra (aliada por entonces de España en su guerra contra
Napoleón), componer la letra del himno con fecha 6 de marzo de 1813, tarea que
encomendó al iniciador de la melodía, don Blás Parera quien, según narran,
culminó la partitura en una noche, aunque no de muy buena gana ya que, él era
español. Parera, en 1817 abandona Buenos Aires, rumbo a Río de Janeiro. Fue un
auto exilio, ya su que tarea en la construcción de la partitura del himno había
sido sólo técnica. Y, en cierta forma, obligada. Nunca reconoció el sentido y
el valor patriótico que el pueblo le otorgara al himno, ni aceptó la autenticidad
de la independencia del territorio del Río de la Plata, “ni el juramento de
fidelidad con la patria naciente” con quien España, su tierra de origen, estaba
en guerra.
La Asamblea aprobó la obra musical como “Marcha
Patriótica” el 11 de mayo de 1813.
Es importante mencionar que sobre fines de
1810 el compositor Esteba de Luca junto Blas Parera, habían compuesto una
canción patriótica que finalmente no prosperó.
MARIQUITA
SANCHEZ, SU PRIMERA INTERPRETE
La tradición de nuestra historia nos narra que
fue en una velada realizada en la casa de María de Todos los Santos Sánchez de
Thompson y de Mendeville, por su segundo matrimonio luego de enviudar, se cantó
nuestra canción patria por primera vez, siendo la dueña de casa la interprete
de sus estrofas. Mariquita Sánchez, como se la conocía, vivía en la calle
Umquera, hoy Florida, y fue una ferviente activista de la causa de Mayo. Días
más tarde, más precisamente el 28 de mayo, la obra musical se presentó oficialmente en el teatro
de la ciudad, durante una conmemoración de los aconteciéndoos de 1810.
Primeramente se la conocería como Canción
Patriótica Nacional, más tarde simplemente como Canción Patriótica. Es en una
copia del año 1847. Que se la ve titulada como Himno Nacional Argentino.
En 1860 le
fue encargada una modificación al músico Juan pedro Esnaola, lográndose una
versión más rica en su orquestación.
La versión vigente del Himno corresponde a
una trascripción posterior realizada por el compositor Luis Larreta. El 24 de
abril de 1944 fue aprobada su denominación como Himno Nacional Argentino.
Docientos años… Nació en los albores de la
nueva patria, se adecuó a las variantes y los ritmos de su historia. Compartió
sus avatares y sus luchas. Es el signo que nos unifica, que nos identifica, nos
da un sentido de pertenencia como pueblo y como Nación. Nos sigue emocionando.
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