miércoles, 10 de abril de 2013

Para no tropezar con la misma piedra


Por: Juan Carlos Mortati

La catástrofe que produjeron las excepcionales lluvias sobre Buenos Aires, La Plata y zonas aledañas encendieron señales de alerta que muchas otras veces también se activaron pero, pasado  el trance desolador en cada acontecimiento fatal, la realidad cambió muy poco.

  Desesperación, bronca, desolación, desamparo, emergencias, solidaridad, repuesta oficial, fueron conceptos que durante este tiempo dejaron su abstracción para encarnarse en medio de la más cruda realidad de miles de personas y hogares, literalmente a la intemperie. Otras tantas ideas a partir de ahora parecería, que están volviendo a tener cuerpo con la seriedad del recaudo y la falta de previsión detectada desde la evaluación de los acontecimientos recientes.

    Al mismo tiempo, resultó conmovedor observar el escenario que presentó la reacción ante la emergencia y el dolor de tantos, de parte de la sociedad, desde todos sus estratos comunitarios, para ofrecer ayuda y respuesta solidaria, con rapidez y una eficiencia participativa que impuso un hecho mitigador a la desgraciada situación de barrios enteros acosados por el temporal.

   El suceso, en lo inmediato angustiante, y hacia adelante desolador por lo que hay que rehacer y reconstruir. Historias y vivencias segadas de cuajo. Sueños y planes anulados en el socavón del infortunio sorpresivo. El aviso impertinente de lo incontrolable, de lo fatal, haciendo suyo en un santiamén y sin contemplaciones el desenlace de la ruina de lo que hasta entonces existía. Desde ese plafón, desde esa desventurada contingencia  emerge, pese al infortunio, el aliento de abrir  el camino nuevamente. Volver a empezar.


LA VISION TECNICA

   Consultado sobre el tema, el ex decano y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, el profesor Jaime Sorín planteó varias observaciones en una nota reciente. Marcó una premisa estructural esencial, “Cuando cae semejante cantidad de agua es difícil evitar que haya inundación en ciudades como éstas, atravesadas por arroyos de llanura. En una llanura el agua escurre lentamente. Eso hay que tenerlo en cuenta cuando se construye una ciudad. Pero sí se pueden mitigar los daños. 
                                                                                                                   

 En la provincia de Buenos Aires hay obras que están empezadas o faltan terminar y hubo un fenómeno nuevo como la inundación del centro de La Plata. Hay que estudiar qué sucedió para que eso ocurra.”

  Apuntando a los problemas concretos, las circunstancias vividas y lo que faltaría ejecutar en la Ciudad de Buenos Aires, expresó, “Las obras se podrían haber hecho con dinero de la Ciudad, eligiendo las prioridades. Pero hay que señalar que el sur también es inundable, por donde pasan los arroyos Erézcano, Elía y Cildáñez. También sobre la avenida Larrázabal hay una cuenca. No solamente la zona de Belgrano y Núñez se inundó. También Mataderos, Lugano y Villa Cildáñez, que nunca se había inundado. Además de la falta de obras, lo que pasó es que en los días anteriores a la tormenta se cortaron muchas ramas, que quedaron en la vía pública y vinieron los feriados, y taparon las alcantarillas, sumado a que estamos en otoño y caen más hojas. Esto hizo una mezcla explosiva. Debió haberse previsto un plan de contingencia.”
   En estas reiteradas crisis de inundaciones se dan responsabilidades cercanas y otras más distantes y también existen posibles atenuantes. Se viene generando un cambio climático en el planeta que no depende de algún gobernante en especial y hay problemas de urbanismo que se han ido anexando, casi anárquicamente, a través del tiempo y no son responsabilidad exclusiva de los gobiernos actuales.

PLANIFICAR EL CRECIMIENTO
   Sorín agrega que “esta ciudad tiene un problema de obra y de planificación”…”(Buenos aires) ya no tiene infraestructura ni para un habitante más. Son códigos puramente inmobiliarios. Y falta el  enfoque de con qué infraestructura se abastece a las nuevas edificaciones. La infraestructura está completamente igual que en la década del ’50. En estos últimos diez años se construyeron 25 millones de metros cuadrados nuevos. Y no se acompañaron con nueva infraestructura. “
  En estas reflexiones del Arquitecto Sorín ciertamente está la clave de los problemas que soportan no sólo Buenos Aires o La Plata, sino muchas urbes del interior que ya están  teniendo serias problemáticas y se impone una planificación del crecimiento urbanístico teniendo en cuenta  como integrar estos nuevos desafíos que propone el desarrollo demográfico e industrial y las variantes climáticas.
   En la publicación del año 2007, “El cambio climático en Argentina”, editado por la Secretaría de Medio Ambiente, el profesor emérito de la UBA e investigador superior del Conicet Vicente Barros analiza que “el problema de la mayor frecuencia de precipitaciones extremas es de gran impacto y cabe preguntarse por qué no ha habido toda la adaptación necesaria”, agregando que “además de las características propias de la idiosincrasia nacional, habría que explorar en qué medida, un aumento en la frecuencia de los fenómenos extremos puede ser captado por la conciencia colectiva y si esta captación sólo se registra cuando en alguna ocasión, los eventos extremos superen significativamente un cierto umbral de daño”.
   Dos frases de esto último es importante resaltar: “por qué no ha habido toda la adaptación necesaria”, se refiere a la necesidad de una estrategia planificada del crecimiento urbano, y la otra “un aumento en la frecuencia de los fenómenos extremos puede ser captado por la conciencia colectiva”, esa planificación que se reclama implica también comprender la convivencia equilibrada con la naturaleza. De lo contrario seguiremos tropezando con la misma piedra.

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