lunes, 4 de febrero de 2013

“Febo asoma, ya su rayo ilumina…”



Por: Juan Carlos Mortati.

   El sol, míticamente “Febo”, ya desplegaba la luz del día  en el lugar conocido como La Posta del Espinillo, sobre la costa del Paraná, a pocos kilómetros de la Rosario actual. Desde Montevideo,  uno de los últimos reductos del poder español en las colonias del Río de la Plata, los realistas realizaban incursiones en busca de provisiones y alimentos para sus tropas sitiadas en la capital oriental por el ejército patriota conducido por José Rondeau y el apoyo de José Gervasio Artigas.

   A las 6,30 de aquel 3 de febrero de 1813, los españoles comienzan el desembarco en el terreno. San Martín y su comandante, Justo Bermúdez, que venían siguiendo las incursiones realistas, están desde la noche anterior atrincherados entre la arboleda y el edificio, todavía en construcción, del posterior Convento de los franciscanos San Carlos Borromeo (originalmente, perteneciente a la orden jesuítica), población denominada San Lorenzo, con una dotación de 125 hombres del flamante Cuerpo de Granaderos a Caballo y el respaldo de 60 milicianos, están a punto de iniciar lo que luego se llamaría “el bautismo de fuego” de ese novel batallón, que a instancias del Gobierno patriota, fue ideado por San Martín de aquel participara, allá en Granada,  en su período de estudio y capacitación en España.


“MUERO CONTENTO…”

   “Fue un combate fulminante que duró apenas unos minutos. Los granaderos habían planificado el ataque en la Posta del Espinillo, en donde hoy está la ciudad de Capitán Bermúdez”, nos narra el historiador Omar Dalponte, presidente  de la Comisión de estudios Históricos del Museo de Pineyro, partido de Lanús.
 Desde la flota española desembarcaron 250 hombres. “El ataque se hizo de la siguiente forma: el grupo al mando de San Martín lo hizo por la izquierda, mientras que los granaderos al mando del capitán Justo Bermúdez lo hicieron por la derecha. Estaban a muy pocos kilómetros de la barranca del Paraná, lo que hizo que muchos soldados realistas, al intentar escapar, se arrojaran al río desde lo alto”, nos amplía Delponte.
   En cuanto al suceso que hizo peligrar de muerte a San Martín nos dice, “En realidad, lo que sostiene la mayoría de los historiadores es que el verdadero héroe fue Juan Bautista Baigorria, quien le salvó la vida a San Martín porque él mató a un realista que estaba a punto de atacar al comandante de los Granaderos. Es cierto que Cabral hizo lo suyo al ayudar a San Martín, cuyo caballo había muerto al ser impactado por un proyectil”, a poco de iniciar el ataque.
   “Esto hizo que San Martín quedara atrapado debajo del caballo, lo que lo hacía un blanco fácil. Cabral murió en la batalla por defender a su comandante, mientras que Baigorria, a quien al principio se había dado por muerto, siguió peleando y participó en la Campaña de los Andes. Baigorria fue un puntano maravilloso y por eso hay un pueblo que se llama, en su homenaje, Granadero Baigorria”, en la zona del Gran Rosario.
  Prosigue en su relato, “En esa batalla hubo muchos héroes, entre ellos José Manuel Díaz Vélez, que murió cuando perseguía a Antonio Zabala, uno de los jefes de los realistas. El capitán Justo Bermúdez fue herido en una pierna por la esquirla de una bala de cañón. De él se dice que era un soldado muy valiente, muy valeroso.”
   Delponte complementa su elogio con una anécdota, “Se dice que San Martín, quien como comandante era muy exigente, tenía la intención de reprender a Bermúdez una vez que se recuperara. Lo iba a amonestar porque la columna que dirigía Bermúdez había partido unos segundos después de la orden de atacar (se hizo sonar el clarín). Hay historiadores que sostienen que Bermúdez era un soldado de tanto orgullo y honor que no podía resistir que su comandante lo reprendiera. Por eso dicen, sin que esto nunca se haya podido corroborar fehacientemente, que él se aflojó las vendas y que se desangró hasta morir. A Bermúdez lo habían llevado herido al convento de San Lorenzo.”
SU IMPORTANCIA HISTORICA
   El combate de San Lorenzo se enmarca entre los primeros movimientos militares que surgieron del  suceso libertario de 1810, dentro de la estrategia de ir ocupando todo el territorio de la Provincias Unidas del Plata. Decisión que luego se confirmaría a medias en la Asamblea del Año 1813, debido a las discrepancias de las dos posturas que existía entre sus miembros, los de la independencia plena del Reino Español y los de una actitud negociadora, de la que participaba también Inglaterra. Una, apuntalada por San Martín, Castelli, Monteagudo; la otra,  por Carlos María de Alvear. Ambos,  miembros de la Logia Lautaro pero, con posiciones contrapuestas, que se sustentaban más allá de lo político, en lo que hoy es una versión de   una corriente revisionista, también sostenida por el historiador sanmartiniano García Hamiltón, que plantea que eran hermanos por filiación paterna de Diego de Alvear, quien al igual que Juan de San Martin, fueron comendadores a cargo de guarniciones militares del Virreinato. “Ahí viajan mis dos hijos a luchar por su patria”, expresaba Diego de Alvear desde España en una carta a un amigo en Bs. Aires, cuando José Francisco y Carlos María, volvían juntos a su tierra natal, previo paso por Inglaterra, en la nave George Canning (nota tomada de los diálogos históricos, entre Pacho O”donnel, Felipe Pigna y García Hamilton, en que también expresan que la verdadera madre de San Martín era de origen guaraní).
   Sobre la importancia de la batalla de San Lorenzo dice el historiador Delponte, “es un hito importante de la historia, porque se ganó una batalla que complicó el abastecimiento de los realistas y que levantó la moral del cuerpo de Granaderos y de las fuerzas patrióticas. No hay que olvidar que el 20 de febrero (de 1813, 17 días después) se logró otro gran triunfo en la batalla de Salta”, con el Ejército del Norte al mando del general Manuel Belgrano. “El de San Lorenzo fue un triunfo arrollador y emblemático. De ahí su importancia histórica”, concluye Omar Dalponte.
   Como bien lo manifiesta LA Marcha De San Lorenzo, eran  los tiempos en que comenzaban a aparecer los primeros resplandores del  Sol de la Independencia para nuestra patria.

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