Por: Juan Carlos Mortati
10 de diciembre de 2012. Hace 29 años al
asumir su mandato presidencial Don Raúl Alfonsín expresaba en uno de los tramos
más contundente de su discurso “La acción, ya sabemos, no llevará a la
perfección: La democracia es el único sistema que sabe de sus imperfecciones. Pero
nosotros daremos de nuevo a la política la dimensión humana que está en las
raíces de nuestro pensamiento.
Vamos a luchar por un Estado
independiente. Hemos dicho que esto significa que el Estado no puede
subordinarse a poderes extranjeros, no puede subordinarse a los grupos
financieros internacionales, pero que tampoco puede subordinarse a los
privilegiados locales. La propiedad privada cumple un papel importante en el
desarrollo de los pueblos, pero el Estado no puede ser propiedad privada de los
sectores económicamente poderosos.”
Muchos años
más tarde, el 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner en una situación similar
manifestaba “El objetivo básico de la política
económica será el de asegurar un crecimiento estable, que permita una expansión
de la actividad y del empleo constante… (…), una mayor distribución del
ingreso, que fortalezca nuestra clase media y que saque de la pobreza extrema a
todos los compatriotas”. Y destacaba: “No se puede recurrir al ajuste ni
incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del
hambre y la exclusión de los argentinos…”….”no vengo a dejar mis convicciones
en las escalinatas de la casa Rosada”.
DOS PILARES
Un reciente sondeo llevado adelante por el Centro de estudios de
Opinión Pública (CEOP), que conduce el sociólogo Roberto Bacman, dice “En total se entrevistó telefónicamente a
1002 personas de Capital Federal, el primero y segundo cordón del Gran Buenos
Aires, Mendoza, Rosario, Córdoba, Tucumán, Salta y 22 ciudades y localidades
del interior del país. El trabajo respetó las proporciones por edad, sexo,
nivel económico y lugares de residencia, distribuyéndose los encuestados entre
ciudades grandes, medianas, chicas y localidades rurales”.
El dato destacado del trabajo fue que las figuras de Raúl Alfonsín
y Néstor Kirchner emergen sobre el resto, con valoraciones del 64 % de
reconocimiento, como los gobiernos que
significaron los pilares del período de reconstrucción de la Democracia.
Tanto la etapa de Alfonsín,
que representó la salida de aquel proceso golpista antidemocrático del ´76,
como el período de Kirchner, posterior al desasosiego socio-económico de
comienzos de siglo, configuraron tiempos de reconstrucción del sistema
representativo de la
Democracia, donde fue necesario asumir decisiones
fundamentales para fortalecer convicciones y valores que aseguraran la
convivencia social y recuperaran el funcionamiento integral del país.
Los dos inauguraron etapas clave pues debían convencer nuevamente
del potencial denegado, desde dentro y desde fuera, al que aspiraba Argentina.
Y sobretodo persuadir del compromiso común que debíamos asumir cada uno, sin el
cual todo intento sería inválido, todo esfuerzo terminaría dilapidado y el
desarrollo y el crecimiento del país quedarían embarcados en una riesgosa e
inútil utopía.
Ese fue el desafío que afrontaron y el futuro que percibieron. No
estaba lejano. No era un imposible. Atesoraba la esperanza de realizaciones
muchas veces truncadas. Seguramente, significó la temeraria tarea de creer que
un país emprendedor era posible. Que era el tiempo propicio para amanecer sueños que tradujeran aspiraciones y
logros largamente anhelados.
LOS FESTEJOS
Durante la tarde y noche
del domingo una gigantesca multad
desbordó la histórica Plaza de Mayo,
escenario de tantos eventos que jalonaron la historia de nuestro crecimiento
como Nación.
Esta
vez el júbilo popular, la alegría y el clima festivo, marco la tendencia de
este acontecimiento, doble en su contenido el Día que conmemora el
reconocimiento de los Derechos Humanos y casi tres décadas de la vuelta de a
Democracia, después de aciagos años de gobierno de facto, muerte y dictadura.
“Es necesario que la independencia (de la Justicia) no sea sólo
del poder político, sino también del poder económico de las corporaciones.
Quiero una democracia plena y profunda, comprometida y sin privilegios”,
reclamó la Presidenta Cristina Fernández durante su discurso, haciendo
referencia a las circunstancias institucionales
que hoy se están viviendo en el país.
El entusiasmo, la algarabía, los recitales,
las destrezas artísticas tuvieron un marco espectacular, que recordó a
similares festejos durante el Bicentenario de la Revolución de Mayo .
En el cierre de de su discurso, que tomo vuelo
y energía la Presienta expresó “Las convicciones nos
hicieron fuertes, nos hicieron que estas mujeres tuvieran justicia –manifestó
la jefa de Estado, señalando a las mujeres que la miraban de cerca–. ¿Cómo no
vamos a esperar nosotros unos días o unos meses si ellas esperaron tantos años
para tener justicia y saber la verdad? Ellas son el ejemplo.”
Y más adelante, “Lo que es imprescindible para tener no 29 años de
democracia sino 200 o 300 es la unidad popular –propuso–. Sepan que no es que
vengan por este gobierno ni por esta presidenta: vienen por las conquistas
sociales”.
La fiesta continuó. El
pueblo tenía mucho que celebrar, se sentía parte de la historia pero, también
tenía conciencia de la magnífica dimensión de la Democracia.
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