Segunda Nota
Por: Juan C. Mortati
LA BATALLA
Ante la debilidad comparativa de las fuerzas
nacionales ante “el calvario de las armadas europeas y los convoyes mercantes que las seguían”, era necesario
establecer la defensa ante la ofensiva
enemiga “en un lugar del Paraná donde
fuera posible alcanzar los barcos
enemigos con los escasos, anticuados y poco potentes cañones que se tenían”.
En un lugar, “donde el río se angosta y
describe una curva, que dificulta la navegación”, conocido como “Vuelta de
Obligado”, los criollos colocaron
gruesas cadenas, amarradas sobre barcazas, ancladas en el río,
entorpeciendo el paso de las naves invasoras. Así, narra Pacho O”Donnel en su
libro,”durante el tiempo que tardaron en cortarlas, los enemigos sufrieron
numerosas bajas en soldados y marineros y devastadores daños en sus barcos de
guerra y en los mercantes.”
En el desconcierto de los extranjeros, desde
las batearías defensa emplazas en las costas, “Quebracho”, “Tonelero”,”San
Lorenzo” y Obligado”, se atacaba con más coraje que potencial bélico.
El
desembarco de los invasores no se hizo esperar, pero entonces
las tropas de M;ansilla, los
pobladores de San Pedro y de San Nicolás, lucharon a la par de los soldados y atendían
a los innumerables heridos y desbarataban
como podían la arremetida
enemiga.
Hubo heroicas mujeres protagonistas de los
enfrentamientos en tierra.”Josefa Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, María Ruiz
Moreno, Carolina Suárez, Francisca
Nabarro, Faustina Pereira, y quien organizaba el grupo Petrona Simonimo, que no hicieron” cuestión de
género” en la refriega de la batalla.
TRIUNFO
DIPLOMATICO
Doscientos cincuenta patriotas dejaron su vida
en la lucha y hubo más de 400 heridos, pero más allá de lo que podría definirse
como un “empate “, el resultado tuvo un
éxito favorable porque las potencias de
esa època se vieron obligadas a capitular, “aceptando finalmente las
condiciones impuestas por la
Argentina y cumpliendo con la cláusula que imponía a ambas Armadas, al abandonar el río de la Plata, disparar veintiún
cañonazos de homenaje y desagravio al pabellón nacional”.
En lo institucional, como, preámbulo del
difícil camino recorrido en pos de la organización nacional, la epopeya de la Vuelta de Obligado, salvó
la soberanía e integridad nacional, las Provincias del Litoral no se
desmembraron de nuestro territorio y el río Paraná siguió siendo un río
argentino.
Como ratificación del histórico suceso, O”Donnel
transmite en su libro, un testimonio valiosísimo del “Padre de la Patria”. Don José San Martín,
en una carta fechada pocos meses después
,el 10 de mayo 1846, desde su lugar de exilio en Francia, dirige estas palabras
a su amigo Tomás Guido:” Los interventores habrán visto por este èchantillon( tramado, relleno) que
los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la
boca”, Agregando en otro tramo de la carta, “La batalla de Obligado es una
segunda guerra de la independencia”, ejemplificando así su valor histórico en
el conjunto de acciones definitorias del derrotero de construir el sentido de
identidad nacional, en un tiempo en donde el coraje y el patriotismo
constituían una artillería infranqueable.
Ese fue el valor y la trascendencia de la
gesta de la Vuelta
de Obligado, en un contexto histórico en que la penetración extranjera buscaba
la atomización y separación del territorio para ejercer el posterior dominio
político y económico sobre estas tierras sudamericanas.
El sable legado por San Martín antes de su
muerte a Juan Manuel de Rosas, remarcó una época crucial de nuestra historia
nacional. Polémica, clave, pero que
sustentó una entidad que enarboló un sentido de lo nacional, como componente
esencial de la integridad de los conceptos de pueblo y nación, como sustento
para la construcción de un país substancialmente libre y soberano de su
destino.
Fuente
de consulta, La Gran Epopeya, Pacho
O”Doncel
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