El poeta mendocino Armando Tejada
Gómez, de cuya muerte este sábado se cumplen veinte años, promovió una estética
integradora del mapa musical argentino tan distante del costumbrismo simplón
como del acto mercantil que corroe el gesto artístico. Escritor, poeta,
locutor, Tejada Gómez no sólo alumbró canciones emblemáticas del patrimonio
musical sino que interpeló ese linaje sonoro desde una mirada reflexiva e
incómoda. El Movimiento del Nuevo Cancionero, que fundó en 1963 junto con
Mercedes Sosa, Oscar Matus y Tito Francia, entre otros, expresó aquella
posición que cuestionaba "el folclore de tarjeta postal" y apostaba
por "una toma de conciencia" que condujera hacia la comunión de los
diferentes paisajes regionales. En esa apuesta, el mendocino entregó obras como
"Zamba del laurel" o "Chaya de la albahaca" (con Gustavo
`Cuchi` Leguizamón); "Canción con todos" y "Canción de las
simples cosas" (con César Isella) o "Zamba azul" y "Regreso
a la tonada" (con Tito Francia), por solo mencionar algunas de su
extensísima producción.
Tejada
Gómez nació el 21 de abril de 1929 en Mendoza y fue el penúltimo de 24
hermanos. Trabajó desde los 6 años (fue canillita, lustrador de zapatos y, más
adelante, obrero de la construcción) y su afinidad con las letras se constituyó
al margen del sistema escolar. Mientras trabajaba como locutor y obrero, Tejada
Gómez comenzó a componer con el mendocino Oscar Matus, con quien conformó una
fructífera sociedad musical ("Tropero padre", "Coplera del
viento", "Los hombres del río", “Tango del alba”). En 1954
obtuvo su primer premio literario por su obra "Pachamama: poemas de la
tierra”.
Contaba
que había cambiado su manera de escribir porque los obreros de la construcción
y uno de sus hermanos mayores le reprochaban que "escribía cosas que nadie
entendía". De a poco, la palabra de Tejada Gómez se acercó a la cuestión
social. En 1957 encontró en Mercedes Sosa, entonces una desconocida cantante
tucumana (recién casada con Matus), la caja de resonancia más potente para sus
obras. El primer álbum de Mercedes, "La voz de la zafra", incluyó
ocho canciones de Tejada Gómez. Fue el prólogo del Movimiento del Nuevo
Cancionero, fundado en 1963, que proclamaba la falsedad de la oposición entre
el tango y el folclore; abogaba por la integración de los ritmos regionales y
rechazaba las manifestaciones puramente comerciales. "Esta música va desde
la baguala al tango. Porque el acervo popular es nuestro patrimonio inalienable
y no estamos dispuestos a renunciar a ninguna porción de él y como autores e
intérpretes, afirmamos nuestra vocación de expresar limpiamente todo lo que
entrañablemente amamos de esta tierra, donde duermen nuestros abuelos y
despiertan nuestros hijos", afirmaban entonces Tejada Gómez y Matus. En
ese espíritu, Mercedes Sosa lanzó en 1965 su álbum "Canciones con
fundamento", cuyo reconocimiento se disparó cuando Jorge Cafrune le cedió
a la tucumana un espacio en el Festival de Folclore de Cosquín de ese año.
El
Movimiento del Nuevo Cancionero se irradió hacia América Latina, al tiempo que
ganó la oposición de sectores conservadores que los consideraban al margen del
folclore. Sin embargo, en los años siguientes, y con especial vigor a partir
del golpe de Estado de 1976, muchos artistas confluyeron en el espíritu del
Nuevo Cancionero: Hamlet Lima Quintana, León Gieco, Víctor Heredia, Chango
Farías Gómez, Gustavo Leguizamón y Manuel Castilla, entre tantos. Tejada Gómez
se ubicó siempre lejos de las comodidades. En 1967 fundó una peña
"Folklore 67", que convocaba a músicos de estilos y lenguajes diferentes
como, por caso, Los Nocheros de Anta, Dino Saluzzi, Rodolfo Mederos y Cuarteto
Zupay.
Ese
criterio unificador lo acompañó hasta la muerte, que lo alcanzó el 3 de
noviembre de 1992. La
Dirección de Cultura, al cumplirse un nuevo aniversario de su
fallecimiento, evoca y recuerda la memoria de uno de los poetas mayores de
nuestra América Latina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario