17 de OCTUBRE de 1945: LA ARGENTINA RECONOCIDA
Por: Juan
Carlos Mortati
En un trabajo editorial de hace unos años, titulado “Que
significó”, el historiador Félix Luna expresaba: “hubo un día que cambió
nuestra historia: el 17 de octubre de 1945. Miles de
habitantes periféricos de Buenos Aires avanzaron pacíficamente hacia la Plaza de Mayo y reclamaron
tozudamente la libertad del coronel Juan Perón.”
“Antes de la medianoche, tras el discurso que pronunció
Perón desde el balcón de la Casa
de Gobierno, puede decirse que todo había cambiado. Cayó el plan de los
partidos opositores, que buscaban que la Corte se hiciera cargo del Gobierno; cambió la
intención del Ejército, que pretendía reforzar el Gobierno con civiles afines;
cambió el propósito de un sector del radicalismo que apoyaba una salida
electoral sin Perón”.
“La inesperada
presencia popular consagró como líder a Perón, barrió con la hegemonía de los
partidos tradicionales, urdió un nuevo
compromiso entre el Ejército y el pueblo. Y, sobretodo, planteó la justicia
social como un valor que ya no podía dejar de tomarse en cuenta”. Con certeza,
una crónica global que, profusamente desde la mirada historiográfica, pintaba
las movidas y los acontecimientos de aquellos días, que comenzaron el 8 de octubre
con la conspiración de un grupo de oficiales dirigidos por el general Eduardo
Ávalos desde Campo de Mayo, contra el entonces coronel Perón, Vicepresidente de
la Nación y
Ministro de Guerra.
UN NUEVO TEJIDO SOCIAL
Don Arturo Jauretche, dará un paso más en la comprensión de
los trascendentales hechos, “aquello era el enfrentamiento entre la Argentina conocida y la Argentina desconocida”,
afirmaba. Fiel a su estilo literalmente “sin medias tintas”, el agudo miembro
de F.OR.J.A., penetraba en los pliegues de la historia para visualizar la
configuración del tiempo que estaba surgiendo a partir de aquel acontecimiento,
un nuevo tejido social que se entramaba a lo largo de todo el territorio de nuestra
Argentina.
Jauretche nos habla en
su frase de una puja, de un mostrarse
frente a frente, del surgimiento de una Argentina que estaba oculta en términos
sociales y que desde ese entonces comenzaba a reconocerse, ganarse un espacio,
copioso de reivindicaciones, para
instalar “un valor que ya no podía dejar de tomarse en cuenta” y que
atravesaría todo la edificación social desde una concepción diferente de la
política, a la inversa de todo lo hasta ese momento realizado. Ahora sí, desde
los planos populares, desde la realidad más profunda que conjuga el pueblo, desde
las vivencias y aspiraciones de un universo social que se daba una identidad y
una pertenencia, esa movilización se registró a sí misma y sería a su vez
proclamada como hacedora de una etapa surgente. Que reconocía también sus
raíces nacionales, hibernadas desde los años de Don Hipólito, para fecundarlas en
los soleados días de esa remozada primavera del “45.
Otro país y otro tiempo recién amanecidos por el empuje de aquel
“subsuelo de la patria”, del “aluvión” de las entrañas populares, que ganó un
territorio para inaugurar una época de distribución de riqueza productiva, con
inclusión y participación, de materialización del actualizado concepto de justicia
social: el desarrollo integral como finalidad ineludible del crecimiento económico
del país. Eso significaba el universo que emergía aquel 17 de octubre, la Argentina
que había permanecido oculta y postergada. La
Argentina descubierta en aquella “masa del pueblo
congregada en la histórica Plaza de Mayo”, la que anhelaba “que los días que
vengan sean de paz y construcción para la Nación”, como lo expresó Perón esa noche, en ese
discurso urgido por la demanda de la muchedumbre, que estaba dando a luz la
crónica de una línea histórica para una Argentina social y políticamente distinta,
la Argentina
reconocida.
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