No alcanza con saber lo que se quiere. Ni siquiera con desearlo fervientemente. Hay que ir por ello. Hay que trabajar, sin prisas pero sin pausas, hasta conseguirlo. Y sobre todo, no desanimarse cuando aparezcan las primeras piedras en el camino. Nuestra determinación por alcanzar las metas se convierte en nuestro piloto de navegación. Nos marca un rumbo a seguir. Mira siempre hacia el horizonte, buscando la tierra ansiada.
Mantiene firme la mano sobre el timón de los acontecimientos. Observa cada tanto la brújula de las tareas por realizar, y hacia ellas establece el curso. Nuestra determinación por lograr lo que deseamos nos anima a continuar. Cuando estamos desanimados por los pobres resultados iniciales, se acerca a nosotros y con insistencia, nos levanta para continuar. Pero ¿cómo crear esta firme determinación? Sencillamente, apasionándonos por lo que hacemos y queremos lograr. La pasión, más que la simple razón, es la verdadera impulsora de las acciones humanas. Con pasión, todo se puede. Sin ella, el mundo languidece. GRACIAS!!!!! a quienes apoyaron este trabajo.
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