jueves, 16 de agosto de 2012

Con más aciertos que errores


Por: Juan Carlos Mortati

     Allá por diciembre del 2001 la Academia Internacional otorgó el Premio Nobel de Ciencias Económicas a tres economistas, George Akerlof, de la Universidad de California; Michael Spence, de la Universidad de Stanford y Joseph Stiglistz de la Universidad de Columbia.

    En la recepción del galardón  por ese trabajo tripartito denominado “Asimetrías de la información en el Mundo de la Economía”, Stiglistz  expresó,“Durante doscientos años los economistas utilizaron modelos económicos simples que asumían que la información es perfecta, por ejemplo, que todos los participantes tienen el mismo transparente conocimiento de los factores relevantes. Ellos sabían que la información no era perfecta, pero tenían la esperanza de que un mundo con moderadas imperfecciones en la información sería semejante a un mundo con información perfecta. Nosotros mostramos que esa noción estaba mal fundamentada: incluso las pequeñas imperfecciones en la información podrían tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la economía”.

  Para graficar un poco su tesis agregó, “El Comité del Premio Nobel citó nuestro trabajo acerca de la "asimetría de la información", un aspecto de las imperfecciones causadas por el hecho de que distintas personas en un mismo mercado saben distintas cosas. Por ejemplo: el vendedor de un auto puede saber más sobre su auto que el comprador; quien compra un seguro puede saber más sobre sus posibilidades de tener un accidente (tales como la forma en la que maneja) que quien vende el seguro; un trabajador quizá sepa más acerca de sus habilidades que un patrón potencial; la persona que pide prestado tal vez sepa más sobre sus posibilidades de pagar un préstamo que quien otorga el crédito. Pero las asimetrías de la información son sólo una faceta acerca de las imperfecciones de la información, y todas ellas -incluso cuando son pequeñas- pueden tener fuertes consecuencias”.

  La contundente simplicidad del argumento de Stiglitz sorprendió al auditorio de eminentes hombres de la economía que, si bien conocían la postura heterodoxa del Nobel, dejaba inesperadamente sin reacción a la cimentada solidez neoliberal, mediante la exposición de uno de los perfiles innovadores de las Ciencias Económicas contemporáneas: los lineamientos básicos de una destacada variante, la Economía Social, que constituye un  pensamiento activo que atraviesa diametralmente  los planteos ortodoxos dominantes desde fines de la Segunda Guerra Mundial a través de la corriente monopolizada por el Fondo Monetario Internacional y los centros financieros socios de ese sistema.
  Stiglistz, sencillamente, les estaba diciendo durante la argumentación de su Tesis compartida: -señores, en Economía, otra mirada más amplia, integral y humanista es posible.

ZAFAR DEL  CORSÉ
  Algo de todo eso también sucedió, estos días atrás, durante  las distintas disertaciones que el citado economista brindo en el marco del Seminario realizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.”Políticas para superar las crisis de endeudamiento soberano”, fue la temática del evento que contó también con la participación del ministro de economía y Finanzas Públicas, Dr. Hernán Lorenzino, la Presidenta Cristina Fernández, Axel Leijonhufvud, economista sueco, Benu Schneider, experta en finanzas internacionales  de Naciones Unidas; Stephany Griffith-Jones, economista chilena, profesora de la Universidad de Columbia; José Antonio Ocampo, economista colombiano, de la CEPAL; Oliver Busch, economista del Banco de Gran Bretaña, entre otros.

  Una de las afirmaciones de Joseph Stiglitz delineó con precisión la temática general y el contenido de este encuentro en la Facultad de Economía, “El acceso a los mercados financieros no es esencial. Argentina estuvo acertada al decir que esa variable no es tan importante como el objetivo del crecimiento”, sostuvo el economista.
   La producción teórica de Stiglitz se sustenta en la tendencia denominada nuevos keynesianos, quienes se desmarcan del corsé ortodoxo al advertir acerca de las imperfecciones que presenta el mercado. En su disertación no sólo ponderó el proceso de salida de crisis de la Argentina y cuestionó las medidas de austeridad fiscal empleadas por Europa, sino que también habló del rol del Estado, de las estadísticas públicas y de la inflación.  
   En esa línea y refiriéndose a los riesgos o beneficios del endeudamiento  por parte de cada Estado, expresó “Los beneficios del endeudamiento externo están exagerados. La teoría convencional sostiene que el endeudamiento es bueno porque promueve el crecimiento y la estabilidad. El acceso a los mercados es una variable intermedia, no es bueno en sí mismo. Si uno decide no formar parte, los acreedores internacionales harán lo que puedan para inspirar miedo sobre las consecuencias, pero eso no es verdad. Argentina estuvo acertada al decir que esa variable no es tan importante como el objetivo del crecimiento. Fue una apuesta riesgosa, pero resultó bien. No hay dudas de que los mercados financieros tienen un efecto negativo sobre la capacidad de los países para manejar su política. Reducir la dependencia con los acreedores internacionales amplía la soberanía económica”.
  “SOSPECHEMOS”…”CUANDO HABALAN DE LOS POBRES”.
    En otro tramo de su intervención, abordó el problema de la inflación, diciendo que,   “La inflación tampoco es un problema en sí mismo, lo relevante son sus consecuencias sobre el crecimiento, la distribución del ingreso y la pobreza. La paranoia con la inflación no tiene justificación. La inflación en Europa y Estados Unidos era baja. Ahí sólo miraron los precios e ignoraron algo muy importante, como fue la burbuja financiera.”
    Clarísimo. En la situación mencionada la inflación fue provocada y fogoneada eminentemente desde el sector financiero, no desde de la producción, ni desde la demanda agregada que ésta genera. “No existe un número preciso, -continuó exponiendo-, pero la inflación muy alta se convierte en un problema. Pero cuando dicen que la inflación es el impuesto más cruel, sospechemos: el sector financiero nunca se preocupa por los pobres, cuando hablan de los pobres es porque tienen otro objetivo en mente. La inflación es un síntoma de algo más, pero hay que ir más allá para entender su verdadero origen y abordarla”.

    Fue muy precisa e interesante su respuesta con relación a si el Estado debe tener una política activa en el funcionamiento del mercado. Así respondió, “No hay una regla que diga cuánto debe intervenir el Estado. La pregunta no es si deben intervenir o no, los gobiernos siempre intervienen en la economía. Los mercados no existen por sí solos, siempre existen en un contexto de reglas, leyes, regulaciones y políticas que van a ser públicamente creadas. En Estados Unidos, la decisión de no hacer nada con los activos financieros derivados fue una decisión para permitir que esos activos crezcan al punto de que teníamos que rescatar una compañía como AIG con un costo de 150 mil millones de dólares. La decisión de no intervenir requirió una intervención con un costo altísimo”.

REESTRUCTURACION DE LA DEUDA Y TIPO DE CAMBIO
  Se refirió luego a la estrategia aplicada en Argentina para salir de la crisis: “Argentina abandonó el tipo de cambio fijo y reestructuró su deuda. Si hubiera tomado solamente una de esas medidas, no habría logrado salir de la crisis. Europa enfrenta un escenario similar. Como evidencia el caso argentino, no es fácil, pero las crisis se pueden enfrentar y volver a crecer. El hecho que Argentina haya podido crecer tanto entre 2002-2008, año del estallido de la crisis, es un testimonio de que la reestructuración de deuda y ajuste del tipo de cambio ofrecieron la base para crecer. Argentina no sólo compensó la caída, sino que hizo más que eso. Una reestructuración de deuda te permite empezar de cero. Lo que hagas con eso depende de cada país, pero una buena idea es no volver a endeudarse y evitar los problemas anteriores”.
  De esta disertación de Stiglistz y de sus respuestas nos quedan en claro reflexiones que establecen una opción en cuanto a la planificación del crecimiento de un país. Es el llamado keynsianmismo renovado o en un concepto más definido, la Economía Social. En síntesis consiste en un sistema de estructura de crecimiento expansivo. Es decir, lo contrario al ajuste, donde la preeminencia esta dada por los intereses financistas. El  eje de evolución es el fomento de la producción, como encuadre global, a donde se orientaran los factores de crédito, la política cambiaria competitiva que potencie la economías regionales y sea también sostenedor del equilibrio comercial.
  Es una visión que amplía el panorama, por lo tanto genera variantes y opciones. Cuanto más, cuando la estrategia elegida establece también sustentos regionales con los países que comparten esa dinámica y enfoque económicos. Así la graficaba la Presidente Cristina Fernández, al expresar ”todos juntos, como en un scrum, no por generosidad sino actuando inteligentemente, porque estar juntos es lo que más nos conviene”.
                                                  (Material de Consulta,”Menor dependencia amplía soberanía”, de Tomás Lukin) e informe De la Corte Internacional del Premio Nobel)

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