jueves, 19 de julio de 2012

Neutralizando el Efecto Dominó II


Por: Juan Carlos Mortati
 
 Segunda parte

   Entre los cimbronazos que se percibieron en la escena político-económica de las últimas semanas, la Provincia de Buenos Aires estuvo en los primeros planos. El anuncio del pago del aguinaldo desdoblado en varios pliegues significó uno de los picos más sobresaliente de ese panorama. La situación formaba parte de una las luces de alarma que el Gobernador Scioli venía percibiendo desde principios de su nuevo período gubernamental.
   En una conferencia de prensa de hace pocos días Daniel Scioli, manteniendo su templanza habitual y su estilo contemporizador, anuncio que procurará “pagar el aguinaldo lo antes posible”. Un apoyo suplementario del Gobierno Nacional estaría destrabando los apremios financieras de la Provincia para quitarle ese desvelo al titular bonaerense.
 Pese a esta solución  alcanzada, Scioli reconoció que la Provincia mantiene “un déficit estructural”, que viene arrastrándose de largo tiempo .


LA EMERGENCIA Y LA DISTRIBUCION TRIBUTARIA

 La Provincia de Buenos Aires viene adoleciendo desde hace tiempo de unos siete  puntos porcentuales, que perdiera en pos de la recomposición solidaria con el resto del territorio nacional, que el sistema de Coparticipación federal realizó al comienzo de la recuperación democrática hace ya casi tres décadas.
 Esta situación es tal que, en un estudio realizado por el licenciado Germán Adrián Otero, por el año 2004, otrora ministro de economía de la gestión de Felipe Solá, califica de “Inequidades del Sistema Federal Argentino” a la distribución secundaria de los recursos participables, remarcando que “esa distribución es abiertamente arbitraria”.

Durante sus anuncios Scioli, habló de la declaración en emergencia a la Provincia, indicando que había mantenido reuniones  con su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, con su Vice Mariotto, y con el titular de Diputados bonaerense, Horacio González, “para intercambiar opiniones e ir buscando articular el proyecto de ley de emergencia económica”. Sin avanzar en detalles aclaró que tiene en estudio la fusión de algunas áreas del Estado para optimizar gastos y también que “analizó con el Banco Central la forma de derivar activos financieros del Banco Provincia, donde hay 6 mil millones de pesos”, que servirían potencialmente para afrontar aguinaldos.
   El Gobernador explicó que la Provincia “se esfuerza en términos recaudatorios, se desendeuda en forma sostenida y aporta más de lo que recibe de la renta federal, que año tras año ha visto reducida su participación de la masa coparticipable”. Sostuvo que aporta un 37 por ciento de la recaudación nacional y recibe el 19,3 por ciento de recursos per cápita: “1471 pesos por habitante, cuando el promedio es de 4475”.

 Más adelante Sciolí manifestó “La cesión de puntos de coparticipación en los ochenta, el tope de 650 millones sobre el Fondo del Conurbano y la fijación de las transferencias por los servicios descentralizados en los noventa sentaron las bases del déficit estructural”. Afirmó que, en sus comienzos, el Fondo del Conurbano era el 10 por ciento del Impuesto a las Ganancias y hoy es el 0,5 por ciento. Si se hubieran mantenido las proporciones, “hoy representaría 12 mil millones de pesos”.


UNA TAREA LEGISLATIVA PENDIENTE

 No hay mal que por bien no venga, afirma un viejo adagio popular y esta situación deficitaria de la Provincia de Buenos Aires vuelve a colocar sobre el tapete un tema largamente discutido y también largamente postergado. Es indudable que se abre un caudal muy sustancioso para un debate legislativo profundo que instale una mirada actualizada sobre este tema, sobre el cual, en su Tesis mencionada el ex ministro Germán Otero afirma, “El reparto de recursos que surge del régimen de coparticipación condiciona sobremanera la capacidad de gasto de las provincias. Por más que una provincia tenga bases tributarias suficientemente grandes, sin una distribución adecuada de los recursos recaudados centralizadamente es virtualmente imposible que ésta pueda proveer los bienes y servicios con la calidad y en la cantidad requeridos. Por este motivo es crucial que el reparto de recursos esté orientado por criterios “objetivos”, que tengan en cuenta las necesidades diferenciales de los gobiernos subnacionales (provincias) relacionadas no sólo con el desarrollo relativo, sino también con el tamaño de su territorio, con el número de habitantes que la integran y con los problemas sociales de los mismos; también es importante premiar el esfuerzo fiscal realizado en materia de recaudación propia.”.

 Esta adecuación tributaria pendiente, indudablemente, deberá fundarse sobre los nuevos contextos socio-económicos producidos y logrados en el país, sobre un enfoque federal solidario, que atienda las postergaciones estructurales, formule y contemple los decisivos roles de las políticas públicas del Estado, de los distintos niveles de las entidades intermedias y asociaciones profesionales,  de los entes financieros y de las actuales potencialidades económicas. La contextualización y los compromisos deben ser amplios y concretos, sin retaceos. Ningún sector puede “permanecer” distraído.

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