El día 11 de julio es por Ley (declarado por el Congreso Nacional)
el Día Nacional del Bandoneón en Argentina, coincidiendo con el nacimiento del
Ilustre maestro del bandoneón Anibal “Pichuco” Troilo.
Fue uno
de esos contados artistas que nos hacen preguntar qué misterio, qué magia
produjo semejante comunión con el público. Como ejecutante del bandoneón no fue
un estilista como Pedro Maffia, ni un virtuoso como Carlos Marcucci, ni un
creador múltiple como Pedro Laurenz, ni un fraseador como Ciriaco Ortiz. Pero
de todos tuvo algo y fue, fundamentalmente, él mismo, personalidad y
sentimiento en la expresión. Como director de orquesta cultivó un estilo
netamente tanguero, equilibrado, sin efectismos y de buen gusto. Supo rodearse
de los mejores ejecutantes de acuerdo a sus ideas musicales; eligió buenos
cantores, que a su lado invariablemente dieron le mejor de sí, a punto tal que
una vez alejados de su orquesta, a lo sumo parcialmente y por poco tiempo rindieron
al mismo nivel. Supo además elegir el repertorio sin doblegarse ante las
imposiciones de las empresas grabadoras. Finalmente, fue un inspirado
compositor, creador de temas que perdurarán, lo mismo que sus versiones de
obras ajenas, transformadas en clásicos a través del tiempo.
Han dicho
que tenía algo de Maffia, pero si alguien ha influido más claramente en su
forma de tocar, en la de hacer conversar al bandoneón, en la capacidad de
conmover estirando las notas en sus fraseos, ése ha sido Ciriaco Ortiz.
“Pichuco” tocaba ligeramente inclinado hacia adelante, los ojos cerrados, la
papada colgando. Pasado el tiempo, comentó: «Se dice que yo me emociono
demasiado a menudo y que lloro. Sí, es cierto. Pero nunca lo hago por cosas sin
importancia».
La Dirección de Cultura y Educación recuerda a
todos los bandoneonistas de nuestra comunidad, hoy desaparecidos, pero que
dejaron una huella indeleble en el quehacer musical de Benito Juárez. A quienes
permanecen entre nosotros, nuestro saludo y reconocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario