Hijo de un inmigrante prusiano y una italiana de Trieste,
Roberto Godofredo Christophersen Arlt nació en Buenos Aires, en el barrio de
Flores, el 2 de abril de 1900 y falleció el 26 de Julio de 1942. A los ocho
años de edad ya había escrito algunos relatos. En la biblioteca de su barrio
conoció el comunismo de la mano de León Trotsky y Karl Marx, entre otros, y
también lo deslumbraron autores como Charles Baudelaire, Fiódor Dostoievski y
Franz Kafka.
Nunca le interesó mantenerse dentro del "buen
gusto", ni se privó de utilizar ninguna herramienta al alcance de su
escritura que fuera eficaz para retratar la realidad de un modo descarnado; por
ello algunos de sus libros causaron revuelo y escándalo. La "desprolijidad"
de su escritura, los "errores ortográficos" que se le imputaban,
quedan reducidos a meros detalles anecdóticos a la hora de evaluar una obra que
ocupa un lugar esencial dentro de la literatura argentina del siglo XX,
justamente por la fuerza de un estilo y de unos argumentos ajenos a toda
voluntad estetizante, característicos de otras corrientes dominantes en la
literatura nacional. En el prólogo a Los lanzallamas (que suele ser considerado
como una manifestación esencial y definitiva de sus ideas en torno a la labor
literaria), Roberto Arlt defiende su papel de creador frente al establishment,
al tiempo que critica con dureza el sistema de reconocimiento y promoción
cultural de la época.
En la casi totalidad de sus obra, el autor presenta unos
personajes (las más de las veces desclasados, marginales, humillados) que se
enfrentan, en notoria situación de desventaja, con las perversas leyes de la
sociedad burguesa. El robo, la traición o la decepción constituyen las
preocupaciones temáticas en torno a las cuales gira el destino de los
personajes de Arlt. Arlt retrató con exasperado realismo a la pequeña burguesía
porteña, a emigrantes sin raíces y seres que bordeaban la marginación. Su
primera novela, El juguete rabioso (1926), con abundantes elementos de
inspiración autobiográfica, relata la difícil iniciación en la vida de Silvio
Astier, un adolescente soñador de origen humilde cuyos fracasos le impulsan a
una afirmación por la rebeldía y la delincuencia.
A esta obra siguió el díptico narrativo formado por Los
siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931). Si en su primera novela se daba
todavía algo parecido a una estructura y la escritura se sometía a ciertas
convenciones literarias, el autor en estas dos nuevas novelas actúa con total
libertad (en ocasiones, por ejemplo, no se sabe quién narra) y logra dar el
adecuado tono de pesadilla que conviene a su asunto. Un antihéroe, Erdosain,
acusado de desfalco y abandonado por su esposa, se asocia con el Astrólogo,
insólito personaje que controla el inframundo social y que urde una
conspiración para terminar con la sociedad capitalista y salvar a la humanidad.
El reto a la sociedad fracasa y, atrapados en la falacia de una revolución
irrealizable, los personajes quedan perdidos en su soledad y mueren o
desaparecen.
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